Sunday, January 20, 2008

Historia de corazón partido

Os quiero contar una experiencia vivida en mi largo trajín de día a día que llevo en esta aventura transformadora llamada colportaje. Era de mañana y solamente estábamos en marcha Tony y yo hacia el lugar establecido para trabajar. El sol irradiaba nuestra cara con fuerza abrasadora, pero nuestros corazones estaban dispuestos a llevar las publicaciones. Comenzamos esa mañana con el pie izquierdo ya que varios lugares comerciales de nuestra zona ya habían sido colportados por un par de señoritas que seguramente no saben hasta donde va su territorio. En fin, la cuestión es que problemas como estos no podían derrumbar nuestro empeño de seguir adelante. Comenzamos a colportar una avenida larguísima que no estaba pavimentada y que no tenía muchas casas. Después de tocar un par de casas llegue hasta un hogar que servía de una pequeña lechería. Allí me recibió un grupito de varios niñitos acompañados por su madre, una mujer de apariencia sencilla. Hice la presentación tradicional como cualquier mensajero de esperanza y comencé a hablarle del proyecto que teníamos acerca de mejorar las familias y su calidad de vida. Antes de que pudiera continuar la señora comenzó a hablarme de su vida. Ella se había casado con un hombre un poco menor que ella y que ahora sufría mucho ya que él solo trabaja para irse a tomar cerveza todo el día. Entre lágrimas aquella señora me contaba que ella sola saca adelante a sus hijos con algunos trabajitos que realiza como la venta de leche. Me contaba que había días en que ni siquiera tenía para comer con sus hijos. Su esposo los trataba literalmente de basuras y que nunca se preocupaba por la educación de sus hijos. Hasta ese momento ya se me había quitado las ganas de presentarle el material de ayuda, no podía, esta historia parecía ser igual a muchas otras pero a la vez diferente a las normales. Estaba estupefacto ante el relato de aquella madre que con todas sus fuerzas trataba de no llorar, sus hijos al verla en esa condición se retiraron a jugar y hacer otras cosas. Fue entonces que empecé a animarla y darle palabras de aliento, le mencione a Dios y le dije que no importara si nadie le tomaba en cuenta porque Dios si lo hace, además la felicite por ser una madre coraje, pues a pesar de todas las penurias que había pasado seguía adelante y no se daba por vencida por las adversidades dolorosas que pasaba. Al hablarle de Dios ella reconoció que Él nunca la había desamparado en los momentos más difíciles que había vivido. Siempre de alguna manera ella tenía algo para darles a sus hijos. Continué hablándole de Dios y de cómo Él podía hacer que su vida cambiara para mejor, que su esposo podía cambiar y que sus hijos se serían más felices. Hice una promesa con ella, los dos oraríamos todos los días por su familia, ella se comprometió para hacerlo y oramos ese instante para que ella se pudiera sentir mejor. Fue una de las mayores experiencias que pude haber vivido ese día.

¿Quién dijo que la navidad sólo trae alegría a los niños?

No se cuantos de vosotros gustáis el dar en vez de recibir en tiempos navideños. La verdad es que existen muy pocas personas que realizan algún tipo de actividad caritativa; por otro lado no pretendo minimizar el gran trabajo que ejecutan muchos a favor de los más desfavorecidos en la vida.
De cualquier modo, me es gustoso contad a continuación una pequeña experiencia vivida el domingo 23 del mes navideño. Como algunos de vosotros ya sabéis estoy durante estos días en una actividad de esfuerzo sobrehumano, es decir me es necesario una fuerza sobrenatural para trabajar (la explicación de esta fuerza en un próximo artículo). En fin, era muy de madrugada para levantarse, pero con todo tuvimos que hacerlo ya que los dos soles, uno natural y el otro sobrenatural ya estaban en el firmamento. Pues, entramos en el lapso de preparación y casi a las ocho horas de la mañana partimos con destino a nuestra charla, era sobreentendido que nuestro asistente iba a dictarla a todo un grupo de ancianos que se habían organizado para formar el “Club de la Amistad”, una organización encargada de velar por los os de la tercera edad, especialmente las damas. Recuerdo claramente que al llegar tuve que esperar en el parque central de Río Seco al asistente que se había demorado por causas desconocidas. Al llegar con el retraso poco común por su parte, nos dirigimos hacia el centro de reuniones. ¡Qué sorpresa la nuestra al encontrar tan grandioso ramillete de ancianitas prestas a que alguien las atienda y escuche! Muchas de ellas son abandonadas por sus familiares, otras son maltratadas por sus esposos, otras gustan de este tipo de clubes y otras pues simplemente vienen a hablar de temas diversos con sus amigas. Era una ocasión especial ya que ese mismo domingo iban a celebrar la navidad, nosotros no conocíamos de esto hasta el momento en que vimos a las abuelitas con sus vasitos para disfrutar de una rica chocolateada y de un pedazo de panetón. Fue entonces que el ocurrió el problema, eran las nueves horas y a la siguiente hora el asistente tenia que estar en otro lugar lejano para poder dar otra charla, ¿qué es lo que podíamos hacer? pues simplemente nada, por nuestras cabezas pasaba la idea postergar el evento o de pedir disculpas a la dirigencia por no poder realizar el evento e irnos sin que se dieran cuenta los concurrentes. Por mi parte fui a calmar mi sed con una coca cola personal, es bien extraño porque nunca pensé que una gaseosa personal pudiera calmar mi sed, pero se dio. Con la cabeza un poco más fría se tomo la decisión de encargarnos por nuestra cuenta de la charla. Walter que conocía un poco más sobre alimentación tomó el reto de ser el ponente esa mañana. Por mi parte me encargaría de la presentación, la actividad dinámica y el agradecimiento correspondiente. Quizá de aquí en adelante no os creo interesados en conocer los detalles de la charla pero fue una experiencia sobrecogedora el estar frente a ellos y explicarles como podrían mejorar su salud si ellos tomaban la decisión de hacerlo. Después de dar las recomendaciones pasamos a la parte mas especial del día, ya que compartimos con ellos la gran chocolateada que se había preparado, fueron bellos momentos en los cuales pasamos entre risas y alegrías, muchos de ellos quebraban nuestros corazones con sus palabras. Cabe resaltar que la presidenta era una abuelita de lo más gentil que a pesar que recientemente había sido operada, aquella ancianita nos enseño mientras repartía el chocolate caliente, que a pesar de lo que ocurra con el cuerpo uno sigue adelante, sobresale y demuestra valentía para los que no la tienen, ¡que liderazgo tan grande de aquella anciana! A la verdad que aquellos momentos vividos quedaran en el recuerdo de Walter, Tony y mío ya que después de despedirnos de cada uno de ellos salimos llenos de paz interior ya que aquellos ancianos a quienes la sociedad, las autoridades y hasta sus familiares desprecian nos enseñaron que en navidad no ríe solamente los niños sino también los que tienen el espíritu de uno de ellos.